"Estas alzas de los precios de las materias primas han atizado el miedo a la inflación".
AMHERST – La expansión fiscal en Estados Unidos en respuesta a la pandemia del COVID-19 no es comparable con nada fuera de tiempos de guerra. Hará falta un mayor gasto público de gran escala para reconstruir la infraestructura necesaria, afrontar el cambio climático y crear empleos. Pero algunos economistas prominentes advierten que el gasto gubernamental en una escala tan extraordinaria podría alimentar un crecimiento acelerado de los precios y hacer que las expectativas de inflación se desanclen.
Durante más de treinta años, las expectativas de un crecimiento moderado de los precios en Estados Unidos y otras economías avanzadas han sido constantes –sobre todo debido a la integración de China en la economía global-. ¿Podría China salir al rescate en un momento en que la administración Biden busca abrir las compuertas fiscales?
Por cierto, hay razones para ser cautelosos con los riesgos de precios. En el centro de la iniciativa de Biden están las inversiones en infraestructura, que requieren materiales como el acero y el cobre. Y, en 2021, los precios de las materias primas se han disparado, desencadenados por cuellos de botella del lado de la oferta y por la recuperación económica global.
Estas alzas de los precios de las materias primas han atizado el miedo a la inflación. El Banco de la Reserva Federal de Atlanta, por ejemplo, advirtió el mes pasado que Estados Unidos podría ir camino a un episodio inflacionario a la par de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando la liberación de la demanda acumulada alimentó un aumento del 20% en los precios.
Consideremos el caso de China. A fines del mes pasado, el gobierno del país anunció que reforzaría los esfuerzos dirigidos para bajar los precios del mineral de hierro, del cobre, del acero y de otras materias primas importantes que habían llevado los precios al consumidor de China a un pico de 12 años. La iniciativa del gobierno de frenar el aumento de los precios de las materias primas seguramente también ayude a contener los precios de un amplio rango de bienes de consumo durables que países como Estados Unidos importan de China. Como señaló Keith Bradsher, el intento de China de dominar la inflación es importante para todo el mundo. Como observó Michael Grahn, principal economista del Danske Bank, esto hace “mella” en “el discurso de que ‘se viene la inflación’”.
Por cierto, la estabilización de los precios de materias primas estratégicas ha desempeñado un papel importante ya que le permitió a China alcanzar un rápido crecimiento económico sin inflación. Sin embargo, no siempre estuvo claro que el gobierno de China estaba dispuesto a adoptar una estrategia tan activa en materia de administración de la economía.
Como demuestro en How China Escaped Shock Therapy, durante los primeros años de la política de “reforma y apertura” de Deng Xiaoping, muchos sostenían que China debía abrazar la “terapia de shock” –iniciada por una desregulación abrupta e integral de los precios (para recomponer los precios relativos) seguida de una privatización en gran escala y una liberalización total del comercio-. Después de todo, observaban, Alemania occidental implementó liberalizaciones de precios de la noche a la mañana después de la Segunda Guerra Mundial, con gran éxito. Economistas de libre mercado occidentales, como Milton Friedman, respaldaban fuertemente esta estrategia.
China se tomó este consejo en serio. En dos ocasiones diferentes en los años 1980, estuvo a punto de implementar el primer paso de la terapia de shock. En 1988, China estaba al borde de un Big Bang, lo que liberó un breve brote inflacionario que ayudó a preparar el terreno para el levantamiento de la Plaza Tiananmen en 1989. Finalmente, las autoridades chinas se abstuvieron de una liberalización repentina de los precios. No querían cometer el mismo error que había cometido Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos había regresado a controles de precios integrales después que habían fracaso los intentos iniciales por contener la inflación con controles parciales. Después de la guerra, la pregunta era qué hacer con los precios.
En 1946, 54 economistas –entre ellos 11 ex presidentes de la Asociación Estadounidense de Economía y distinguidas figuras como Paul Samuelson e Irvin Fisher- publicaron una carta abierta defendiendo la liberación gradual de los controles de precios. Con niveles “sin precedentes” de demanda, advertían, “la oferta de materias primas y bienes de consumo” sería “inadecuada para evitar una inflación severa al año siguiente, a menos que el control de precios continúe sin enmiendas agobiantes”. Esos controles deben eliminarse sólo cuando “la oferta y la demanda de alguna materia prima importante” están “más en equilibrio a precios máximos”.
El presidente Harry S. Truman eliminó los controles de precios de todas maneras. Y, como nos recordó el reciente informe de la Fed de Atlanta, la inflación se disparó, devaluando los ahorros. Así, cuando los economistas advirtieron en los años 1980 que un retiro repentino de los controles de precios en China conduciría a una inflación galopante, las autoridades de China escucharon.
La estrategia que implementaron, en cambio, surgió de las reformas agrícolas de China. En un principio, las cuotas de producción y los precios se mantuvieron sin cambios, pero la responsabilidad de la producción pasó de las comunas a los hogares. Si los hogares lograban producir más que su cuota designada, podían vender el excedente a precios de mercado.
En la economía urbana, China reconvirtió las instituciones existentes de la economía planificada en creadores de mercado y participantes en sectores clave. Esto permitió al estado chino seguir dirigiendo determinados sectores, aunque en gran medida renunció a su control de la economía en los años 1980 y 1990 y realizó privatizaciones de gran alcance.
Hoy, China ha abandonado esencialmente los controles directos de precios. Pero el gobierno sigue interviniendo en los mercados de productos cuando lo considera necesario para estabilizar precios específicos, principalmente a través de políticas que aumentan la oferta o combatiendo el acaparamiento y la especulación. Hasta el día de hoy existe un Departamento de Precios en la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma. En el contexto actual, ha asumido una renovada relevancia.
La administración Biden apunta a una reconstrucción al estilo del Nuevo Trato y hay quienes defienden acertadamente una Autoridad Nacional de Inversiones, modelada según la Corporación Financiera de Reconstrucción creada en 1932. Pero cuando se trata de las lecciones del pasado, las políticas de estabilización de precios que acompañaron el gasto de escala de guerra hasta el momento han recibido poca consideración en el debate sobre políticas en Estados Unidos. La iniciativa de China de combatir los precios que han alimentado los miedos de inflación en Estados Unidos podría ayudar a contrarrestar el sentimiento de línea dura y preparar el terreno para la iniciativa de inversión pública de Biden.
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