La fallida estrategia de Estados Unidos para los activos digitales

Al alimentar la incertidumbre sobre definiciones básicas, el presidente de la SEC está minando la capacidad de los actores responsables de la industria de activos digitales para operar en un entorno regulatorio predecible

Por primera vez en 18 meses, Gary Gensler, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, se presentó ante la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara Baja el 18 de abril. En un momento en que el Reino Unido, la Unión Europea, Japón y otras economías avanzadas están desarrollando nuevos marcos para regular los activos digitales, Gensler ha adoptado una estrategia diferente. Esta fue su primera oportunidad real de explicar su postura en el Congreso, y no le fue bien.

Entre los abogados, circula un viejo dicho: cuando la ley está de tu lado, defiendes la ley; cuando los hechos están de tu lado, defiendes los hechos, y cuando ninguna de las dos cosas está de tu lado, golpeas la mesa. El testimonio de Gensler en el Congreso tuvo muchos golpes de mesa metafóricos. El presidente de la SEC ni siquiera pudo responder preguntas básicas sobre la estrategia de aplicación de la agencia, lo que refleja la incertidumbre regulatoria actual que ha contribuido a una rápida fuga de talento técnico de Estados Unidos.

Durante la audiencia, Gensler enfrentó críticas a casi todo, desde los períodos acotados de comentarios públicos hasta la reciente ola de alejamientos entre el personal jerárquico. Pero la cuestión que generó los intercambios más acalorados fue la estrategia de Gensler para los activos digitales. Luego del colapso de FTX, Gensler ha posicionado a la SEC como el principal policía en el ataque a las criptomonedas. A pesar de las disputas jurisdiccionales en curso con otros reguladores, la SEC, bajo la conducción de Gensler, ha llevado a cabo más de 50 acciones de aplicación relacionadas con los activos digitales. Pero, frente a las críticas bipartidistas a su estrategia coordinada, Gensler no pudo brindar explicaciones claras de su accionar.

El hecho de que Gensler no tenga respuestas para muchas de las preguntas regulatorias urgentes que enfrenta el ecosistema de activos digitales después de dos años como presidente de la SEC refleja la estrategia incoherente de Estados Unidos respecto de la regulación de las criptomonedas y de la industria de la web3. Pero su testimonio en el Congreso también ofreció un mapa útil de esa incoherencia.

Primero, los legisladores de Estados Unidos deben decidir si las criptomonedas son productos básicos o valores. El presidente de la Comisión, Patrick McHenry, comenzó la audiencia con una pregunta sencilla: ¿cómo clasifica Gensler a Ethereum, el segundo activo digital más importante después de Bitcoin? Gensler no pudo responder, a pesar de que se lo preguntaron casi una docena de veces durante su testimonio. Por el contrario, Gensler sostuvo que la ley es clara, aunque el presidente de la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos, Rostin Behnam, ha dicho bajo juramento que Ethereum es un producto básico mientras que Gensler anteriormente había sugerido que todos los activos digitales que no sean Bitcoin son un valor.

Cualquiera que no pueda categorizar el segundo activo digital más importante no debería estar regulando el sector. Al alimentar la incertidumbre sobre definiciones básicas, Gensler está minando la capacidad de los actores responsables de la industria para operar en un entorno regulatorio predecible.

Segundo, Gensler no pudo definir el mandato de la SEC. Maxine Waters, integrante demócrata de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, le preguntó tres veces a Gensler si la SEC tiene la autoridad legal necesaria para regular el sector de las criptomonedas. Cada vez, él insistió en que sí la tiene. Momentos más tarde, después de que el representante French Hill le recordara a Gensler sus propias posturas pasadas, el presidente de la SEC admitió que el Congreso podría tener que empoderar a la agencia para supervisar el mercado de las monedas estables de 185.000 millones de dólares.

Tercero, cuando el representante demócrata Ritchie Torres le preguntó por qué la SEC apunta a empresas de activos digitales radicadas en Estados Unidos como Coinbase cuando la historia reciente muestra que las empresas offshore no reguladas presentan un riesgo mucho mayor para los consumidores, Gensler no pudo ofrecer una explicación satisfactoria. En esencia, dijo que es más difícil lograr que las empresas extranjeras respondan a citaciones. Esta admisión sorprendente sugiere que a la SEC no le interesa cooperar con las empresas de activos digitales responsables para reformar un sistema financiero norteamericano que ha canalizado el 89% de todos los valores al 10% más rico de los hogares norteamericanos.

Cuarto, a pesar de sus repetidos reclamos para que las empresas de activos digitales “vengan y se registren” en la SEC, Gensler admitió que la agencia no había establecido nuevas reglas para que las empresas de la web3 pudieran hacerlo. Antes de la audiencia, los miembros republicanos de la Comisión firmaron una carta conjunta donde criticaban esta estrategia, que obliga a las empresas a adivinar las “reglas de tránsito”.

Por último, Gensler no tuvo nada para decir sobre el éxodo de las empresas de activos digitales de Estados Unidos. El día en que Gensler comparecía frente a la Comisión, Brian Armstrong, CEO de Coinbase, dijo que el entorno regulatorio incierto podría trasladar el intercambio de criptomonedas a otro país. La SEC recientemente envió a Coinbase lo que se conoce como un aviso de Wells alertándola de una potencial acción de aplicación, una medida que generó cuestionamientos dado que la SEC autorizó a Coinbase a cotizar en bolsa hace apenas dos años.

A menos que Estados Unidos cambie de curso, podría perder su liderazgo en el sector de los activos digitales. Según un informe reciente de la firma de capital riesgo Electric Capital, Estados Unidos ya está cediendo un 2% de participación del mercado de los desarrolladores cada año. A pesar de los enormes beneficios potenciales de que las empresas de la web3 se queden en Estados Unidos -el informe proyecta que la cantidad de desarrolladores de cadenas de bloques en todo el mundo crecerá de 23.343 hoy a un millón en 2030-, Gensler parece indiferente. Para los actores de la web3, el contraste con la actitud acogedora de los pares de Gensler en Brasilia, Londres, Tokio, Sídney, Bruselas, Dubái y Singapur no podría ser más acentuado.

Las elecciones de la SEC en materia de políticas podrían tener implicancias de amplio alcance para los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos, y los riesgos son demasiado grandes como para dejar esas elecciones en manos de un regulador. Desde un punto de vista más optimista, la debacle parlamentaria de Gensler, junto con los esfuerzos recientes por parte de China para atraer a empresas de criptomonedas a Hong Kong, quizá finalmente haya alertado a las autoridades electas de Estados Unidos sobre lo que está en juego.

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