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Qué es lo que necesita la economía de Europa ahora

Escrito por Werner Hoyer | Mar 3, 2023 12:45:51 PM

La Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos debería ser vista como un llamado de atención para resolver la inversión insuficiente en Europa en mejoras a la productividad. Es urgente  canalizar más dinero a la energía limpia, a la generación de tecnologías limpias y a la digitalización - son cruciales para la transición verde y la competitividad futura.

Frente a las crecientes brechas de inversión, la mayoría de los responsables de las políticas en Europa parecen pensar que es hora de otro paquete de estímulo generalizado, a pesar de la alta inflación y de los niveles elevados de deuda pública. Pero me temo que están equivocados.

Un estímulo no haría más que obligar al Banco Central Europeo a aumentar aún más las tasas de interés, y con mayor celeridad. Lo que necesitamos, en cambio, es un respaldo dirigido, específicamente inversiones en sectores que sean verdes y que, probablemente, promuevan la resiliencia y la competitividad. Se deben movilizar los recursos necesarios de manera rápida y a nivel de la UE, con el objetivo expreso de movilizar inversión privada.

Ha habido mucha preocupación en Europa ante la amenaza planteada por la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de todos los miedos que ha generado, la IRA (por su sigla en inglés), en definitiva, es un paso en la dirección correcta. Brinda un enorme respaldo a los sectores verdes donde hace falta más inversión con urgencia, y demuestra que Estados Unidos y Europa, finalmente, están alineados a la hora de llevar adelante una transformación económica sostenible. Los europeos deberían acoger con beneplácito el deseo de Estados Unidos de aumentar su capacidad de energías renovables, y que esté predicando con el ejemplo.  

El objetivo de la IRA de construir infraestructura moderna con bajos niveles de carbono no es un problema en sí mismo para la economía europea. Por el contrario, en sectores como la energía eólica, donde Europa es un líder tecnológico, una mayor demanda de inversión es un desarrollo positivo. Además de tener un efecto beneficial en el clima, los subsidios estadounidenses brindarán nuevas oportunidades comerciales para las empresas europeas.

Sin duda, algunos elementos de la nueva política estadounidense plantean desafíos. La IRA ofrece un apoyo sustancial a los paneles solares, la energía eólica, el almacenamiento de energía y los equipos de hidrógeno limpio, pero la mayoría de estos beneficios están limitados a aquellos productores que puedan garantizar una condición de “fabricado en Estados Unidos”. Esta configuración, por supuesto, excluye a los fabricantes europeos, que no reciben los mismos subsidios de la Unión Europea.

Esto plantea el riesgo de que algunos fabricantes de equipos y productores de hidrógeno europeos se trasladen a Estados Unidos, lo que agravaría la difícil situación del sector de innovación de la Unión Europea, que ya cuenta con un financiamiento insuficiente. Justo cuando necesitamos reforzar la cadena de suministros emergente para la tecnología verde, algunas de las cláusulas de la IRA podrían alterarla -beneficiando a Estados Unidos a expensas de Europa.

Sin embargo, al mantener canales de comunicación abiertos con nuestros socios norteamericanos y dirigiendo nuestras propias inversiones a los sectores correctos, Europa puede neutralizar las partes problemáticas de la IRA y, al mismo tiempo, capitalizar las partes positivas. Un diálogo de este tipo es crucial, porque efectivamente necesitamos persuadir a Estados Unidos de que reconsidere algunas de las cláusulas de la IRA, especialmente aquellas que van en contra de principios de larga data de competencia abierta y justa.

Ahora bien, al llevar adelante esas conversaciones, no debemos presentarnos como víctimas. Los europeos deberíamos aceptar que muchas de nuestras brechas de inversión actuales están mucho más allá del alcance de la IRA. Como demuestra el informe representativo anual del Banco Europeo de Inversiones, en los últimos diez años, Europa ha invertido 2% menos por año que sus competidores en mejoras de la productividad. La IRA debería ser vista como un llamado de atención para resolver esta inversión insuficiente. Necesitamos con urgencia canalizar más dinero a la energía limpia, a la generación de tecnologías limpias y a la digitalización en Europa -que son cruciales para la transición verde y la competitividad futura.

A simple vista, puede parecer una tarea inconmensurable, pero la verdad es que ya contamos con la mayoría de las herramientas que necesitamos. El Grupo BEI ofrece un amplio conjunto de soluciones financieras de riesgo compartido y a largo plazo que pueden hacer que las innovaciones prometedoras les resulten más aceptables a los inversores privados. Nuestro modelo para reunir capital nos ha permitido llevar adelante avances importantes en ciencias biológicas, en el sector energético, en informática cuántica y en tecnologías satelitales.

Podemos enviar una fuerte señal al mercado de que las instituciones y los gobiernos de la UE están dispuestos a promover tecnologías de vanguardia con deuda e inversión de capital desde las primeras etapas de desarrollo. Estamos listos para trabajar con la Comisión Europea y estados miembro de la UE para crear un nuevo fondo de capital pan-UE con el fin de respaldar a los grandes emprendimientos que son estratégicamente importantes para la economía cero neta.

Algunos podrían preguntarse por qué deberíamos enfocarnos en los grandes emprendimientos, dado que el término “emprendimiento” tiende a recordarnos startups que unos emprendedores lanzan en sus garajes. Pero, por cierto, cada vez vemos más y más emprendimientos masivos que surgen en la vanguardia de la innovación. Consideremos al productor de baterías Northvolt, con su nueva giga-fábrica en el norte de Suecia. Es una startup, pero se necesitarían mil garajes para alojarla.

Europa, precisamente, necesita emprendimientos de este tamaño, que requieren inversiones de miles de millones de euros por adelantado, generalmente en forma de financiación de capital o tipos de capital. Un fondo de capital de la UE podría entonces aportar un valor significativo al ayudar a que se creen más empresas de vanguardia. Y si bien las inversiones de las que hablo son enormes, también estarían dirigidas con precisión.

La belleza de esta estrategia es que es paneuropea. Promovería un campo de juego nivelado para los estados miembro de la UE y así protegería uno de nuestros logros esenciales: el mercado único. También nos ayudaría a enfrentar nuestros desafíos globales sin dejar de lado nuestros valores. Sería una respuesta europea por excelencia a la IRA y a los desafíos geopolíticos más amplios que enfrenta Europa.