Los grandes eventos de los últimos años motivaron el surgimiento de una nueva narrativa que habla de una globalización en retirada. Pero si se mira el panorama completo de los flujos, hay motivos para pensar que la integración global llegó para quedarse y que el conocimiento será parte importante de lo que viene.
Las palabras «comercio internacional» todavía hacen pensar en enormes buques cargados con contenedores. Pero el mundo cambió. El transporte transfronterizo de bienes físicos ya no es la única fuerza motora de la integración global, ni la principal. En vez de eso, estamos cada vez más conectados por flujos de bienes intangibles, servicios y talento. Desde las aplicaciones basadas en la nube que usan las empresas para administrar las relaciones con los clientes hasta la investigación que hizo posible el desarrollo de vacunas contra la COVID‑19, lo que está uniendo al mundo es el conocimiento.
Como mostramos en un nuevo informe, los flujos internacionales relacionados con el conocimiento han superado a los de manufacturas, recursos y capital, que fueron los principales motores de interconexión hasta fines de la primera década de este siglo. Entre 2010 y 2019, el comercio internacional de servicios, propiedad intelectual y educación creció dos veces más que el comercio de bienes. Los flujos transfronterizos de datos (combustible de la era digital) crecen a un explosivo ritmo anual del 45%. En lo referido al comercio de servicios, las categorías basadas en el conocimiento (entre ellas los servicios profesionales, gubernamentales, informáticos y de telecomunicaciones) son las que crecen más rápido.
Quienes dicen que el mundo se está desglobalizando se equivocan: con la era digital, la integración global está en evolución, no en retirada. Todas las regiones importantes del mundo compran al extranjero un 25% o más (en términos de valor agregado) de al menos un tipo importante de recurso o manufactura que necesitan, y a veces mucho más.
La difusión del conocimiento intangible está teniendo una influencia palpable en muchos sectores. En particular, en investigación y desarrollo hoy hay mucha más cooperación transfronteriza. En el sector automotor, la proporción de la I+D que tiene lugar en el extranjero creció del 5% al 15% entre 2000 y 2018. Lo mismo vale para la industria farmacéutica: multinacionales con sede en Europa y Asia usan resultados de I+D que se realiza fuera de sus países de origen para más de la mitad de las innovaciones que producen nuevas patentes.
Asimismo, el personal altamente cualificado (uno de los insumos más importantes en cualquier sector) se desplaza por todo el mundo. Piénsese en la industria de los semiconductores. Se calcula que el 40% de los investigadores más capacitados que trabajan en el área de los semiconductores en Estados Unidos nació en el extranjero; lo mismo puede decirse de más del 80% de los autores de patentes relacionadas.
Las corporaciones multinacionales son actores fundamentales del comercio internacional, con una participación en las exportaciones mundiales cercana a las dos terceras partes. Y están sobrerrepresentadas en sectores cuyos productos más importantes son intangibles. Por ejemplo, constituyen cerca del 80% de las exportaciones en algunas de las industrias más innovadoras, entre ellas el transporte, el sector farmacéutico y la electrónica.
En las cadenas globales de valor basadas en el conocimiento, los intangibles crean activos muy escalables, que admiten un despliegue internacional con bajo costo marginal. Esto a su vez hace posibles grandes economías de escala y un ciclo virtuoso de aumento de la rentabilidad, que concentra la cuota de mercado y el desempeño en unas pocas empresas superestrella que impulsan una parte desproporcionada de la actividad económica. De allí la estrecha correlación entre las multinacionales dominantes y los intangibles.
Las multinacionales tienen una oportunidad para liberar nuevas fuentes de ventaja competitiva por medio de una mayor inversión en intangibles, en particular aquellos con potencial de atravesar fronteras. Un ejemplo es MELLODDY, una alianza público‑privada coordinada por la empresa de biotecnología e inteligencia artificial Owkin. El proyecto usa datos descentralizados de diez importantes empresas farmacéuticas para ajustar modelos predictivos de comportamiento molecular, con la esperanza de acelerar el proceso de descubrimiento de fármacos. En algunos casos, la inversión en intangibles puede permitir a las multinacionales poner en marcha nuevos modelos de negocios en sectores que antes no dependían tanto de los flujos de conocimiento.
Según una investigación del McKinsey Global Institute, las grandes empresas que hacen un buen despliegue de la inversión en intangibles están bien posicionadas para superar a sus competidoras: en el primer cuartil de crecimiento del valor agregado bruto, las empresas invierten 2,6 veces más en intangibles que en los dos cuartiles inferiores. Esto señala nuevas fuentes de crecimiento para empresas que luchan contra la creciente incertidumbre económica y geopolítica. Pero en el dinámico mundo de los bienes intangibles hay lugar para todas, desde las más grandes corporaciones multinacionales hasta las microempresas más pequeñas, a las que la tecnología digital les abre la posibilidad de tener presencia transfronteriza.
Las empresas que estén en busca de oportunidades de crecimiento también deberían tener en cuenta el comercio internacional de servicios, que parece destinado a profundizarse y ampliarse. Hay cada vez más países en transición a la economía de servicios, y el potencial de ganancias como resultado de futuras liberalizaciones es grande, ya que para la mayoría de los servicios, las barreras comerciales son dos o tres órdenes de magnitud más grandes que en la producción de bienes. Además, es posible que estos flujos se faciliten todavía más como resultado de nuevos avances tecnológicos: la adopción generalizada de la actividad remota durante la era pandémica obligó a las empresas a virtualizar servicios, algo que en muchos casos se ha convertido en la norma.
Los grandes trastornos en las cadenas de suministro derivados de la pandemia y de la invasión rusa de Ucrania motivaron el surgimiento de una nueva narrativa que habla de una globalización en retirada. Pero si se mira el panorama completo de los flujos, hay motivos para pensar que la integración global llegó para quedarse y que el conocimiento (básico y aplicado) será parte importante de lo que viene. Las empresas deben reconfigurar sus cadenas de valor para capitalizar el potencial de crecimiento en las áreas de servicios, intangibles y talento.